Por un lado, el desfasaje…
En la última marcha nacional que hicieron los jubilados, y donde no fueron acompañados ni por los Sindicatos ni por los Políticos, ni por la mayoría de las organizaciones sociales, sólo la presencia de algunas agrupaciones y gremios que siempre están en la calle, la ausencia general de las Instituciones que tendrían que estar presentes, sobre todo las del trabajo y de la política, demuestra el desfasaje en primer lugar de sensibilidad social y de acción gremial y política sobre los derechos y obligaciones de los ciudadanos que les cabe a estas instituciones representativas de la sociedad.
Tal ausencia demuestra las prioridades que consideran dichas instituciones políticas y gremiales, prioridades más sectoriales y políticas que de preocupación y defensa real de los más desprotegidos y abandonados por este insensible gobierno. ¿Acaso no prevén que todos llegaremos a ser jubilados y ancianos, con plenos derechos a una vida y vejez feliz y saludables? Hay prioridades inexcusables que ninguna lucha política por más bien intencionada que sea debe soslayar. ¿Acaso importa más la política -y peor aún de sector- que la vida de las personas, como es el caso de la subsistencia dramática de los jubilados?
Precisamente, este Gobierno que tenemos es fruto de la irresponsabilidad de nuestras Instituciones sindicales, sociales y políticas, del oportunismo partidocrático y de la burocracia sindical y política. Nada es gratuito y tiene su causa. No se trata de una efectiva ideologización inducida sobre el pueblo desde los medios de comunicación solamente, ni por el odio subyacente de sectores privilegiados o de tradición antipopular o legalista también, sino de los malos ejemplos; del olvido del servicio público honesto y de justicia para la gente, de la trasparencia de los actos públicos, de la falta de periodicidad de funciones y del ejercicio de una verdadera y auténtica democracia.
Misión imposible…
Al injusto y delictivo saqueo al salario de los jubilados, se le suman los cínicos procedimientos administrativos para que los jubilados con la mínima accedan a “subsidios” de remedios -en realidad derechos adquiridos, no pueden ser subsidios- con trámites absurdos y a veces digitales que la generación de nuestros mayores desconoce cómo manejarlos.
Algunos representantes de instituciones sindicales y políticas -por suerte no fue la mayoría- se molestaron o sintieron aludidos por la dura crítica que hicimos al no acompañamiento a los jubilados. ¿Pero estamos todos locos? ¿Desde cuándo la Política real pasa por ignorar a los más desprotegidos? ¿De qué sirven las marchas, reuniones, asambleas, documentos, publicaciones en medios y redes sociales si no están en la calle cuando tienen que estar? ¿Y en los lugares concretos que se necesitan? ¿Por qué siguen priorizando luchas desfasadas de las reivindicaciones reales? ¿Más aún si son dramáticas? La política que no responde a las necesidades, problemáticas y demandas -sobre todo urgente y de vida- de la gente, no es política; es politiquería. No hay que elegir lo mismo.
Por otro lado, la insensibilidad…
Es tan patente la indiferencia de nuestros Gobernantes locales y provinciales frente a la situación sociopolítica y económica del país, de nuestra provincia, de nuestra ciudad, que en lugar de involucrarse con medidas concretas de ayudar al desempleo, de paliar el aumento de precios, tasas y tarifas, mejorar la calidad de vida de la población representándola ante las instituciones nacionales y provinciales para exigir y pelear por reivindicaciones básicas, de seguridad, salud, y dar ejemplo de ello, parece que vivimos en el mejor de los mundos, armonioso y feliz. Como aquello de “¡Qué verde es mi valle…!” Nada de eso es verdad. ¿Qué es entonces…? ¿Insensibilidad, incapacidad, cerramiento, ceguera? ¿Gobernantes que están en su propio mundo? ¿O están ocupados y más pre-ocupados en candidatearse para el año que viene? Ellos siguen en sus egoístas afanes mientras el prójimo sigue pasando al lado… y nada.
Finalmente… maldad al descubierto.
Cuando no interesa la vida de las personas, y sobre todo de los enfermos, de los ancianos, y se dan miles de excusas que alimentan la cabeza de ingenuos, de los bien pensados, pero también el regodeo infame de obsecuentes seguidores y de aquellos que tienen intereses particulares, entonces ¿de qué comprensión, de qué espera, de qué tiempo, de qué culpa nos hablan que tienen los que menos tienen y que encima les quitan lo poco que tienen? Un cinismo sin precedentes en su descaro expresa el mismo gobierno cuando dice que los ricos se han vuelto más ricos, y mintiendo que los pobres son cada vez menos pobres. Ese individualismo absoluto y competitivo, para nada comunitario y solidario, sin moral y sin valores que este gobierno promueve, nos demuestra, una vez más que a rio revuelto de la insensibilidad, desfasaje, malos ejemplos y egoísmos de nuestros representantes, han generado la ganancia de estos pescadores de crueldad y maldad al desnudo.