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Trato de explicar a sobrino de 17 años por qué la plata rinde cada vez menos, aunque baja el índice de inflación

En diciembre de 2024, Argentina registró una inflación mensual del 2,7%, según el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC). Este incremento llevó la inflación acumulada en 2024 al 117,8%, una reducción significativa en comparación con el 211,4% registrado en 2023.

Vamos a empezar por lo básico: cuando hablamos de inflación, nos referimos al aumento de los precios de las cosas que compramos, ¿no? Y para medir cuánto suben, usamos algo llamado Índice de Precios al Consumidor (IPC). Este índice toma una «canasta» de productos y servicios (cosas como comida, transporte, alquiler, etc.) y calcula cuánto más caros están en promedio. Pero acá viene la parte que te va a interesar: que el IPC sea bajo no siempre significa que todo esté más barato o que alcance para todo. Ahora te explico por qué.

1. No todo sube al mismo ritmo

El IPC es un promedio, y como cualquier promedio, esconde diferencias. Los productos que más usamos, como los alimentos o los servicios básicos (luz, agua, gas), suelen subir más rápido que otros, como entradas al cine o ropa de lujo. Entonces, aunque el IPC diga que la inflación está baja, si las cosas que vos o tu familia necesitan suben más, se siente como si todo estuviera caro.

Ejemplo: Pensá que en tu casa gastan mucho en comida. Si los alimentos suben un 10% y el cine un 2%, el IPC puede dar un 3% porque promedia todo. Pero tu familia, que gasta más en comida que en cine, va a sentir que la plata no rinde porque los alimentos subieron mucho más.

2. No todos gastan igual

No todas las familias tienen los mismos gastos. Las que tienen menos ingresos gastan casi todo en cosas básicas como comida y alquiler, mientras que las que tienen más plata pueden gastar en otras cosas. Si lo básico sube mucho, la gente con menos ingresos lo siente peor.

Ejemplo: Tu vecino que vive con lo justo destina el 80% de su plata a comida y alquiler. Si la comida sube un 10%, él no tiene mucho margen para recortar. En cambio, alguien con más ingresos que solo gasta el 40% en lo esencial puede ajustar un poco en salidas o compras de ropa y no lo siente tanto.

3. Los sueldos no siempre suben igual que los precios

Una cosa es cuánto suben los precios y otra es cuánto suben los sueldos. Aunque trabajes en blanco, el ajuste del sueldo (lo que se negocia en las paritarias) siempre llega después de que los precios ya subieron. Y si trabajás en la informalidad, donde no hay ajustes automáticos, es aún peor.

Ejemplo: Supongamos que tu mamá gana $100.000 por mes y la comida sube un 10%. Ahora necesita $10.000 más para comprar lo mismo, pero su sueldo sigue igual. Resultado: tiene que recortar en otras cosas, como no comprar ropa o salir menos.

4. La plata no rinde igual y hay que priorizar

Cuando las cosas suben y el sueldo no alcanza, no queda otra que empezar a priorizar. Es decir, dejar de comprar ciertas cosas para cubrir lo más necesario. Esa sensación de «cada vez me alcanza para menos» viene de tener que elegir entre cosas que antes comprabas sin problema.

Ejemplo: Si antes en tu casa compraban carne para toda la semana, ahora capaz solo compran para tres días y el resto hacen fideos o arroz. Aunque no dejen de comer, sienten que el dinero no alcanza porque ya no pueden comprar lo que antes era normal.


5. Tarifas, impuestos y otros costos ocultos

No todo lo que gastás aparece en el IPC. Por ejemplo, si suben las tarifas de la luz o el agua, eso afecta mucho el presupuesto de tu casa, pero no siempre se refleja completamente en el índice. Además, si alguien tiene deudas o usa tarjetas de crédito, los intereses también se comen una parte de la plata.

Ejemplo: Imaginá que en tu casa pagaban $5.000 de luz al mes y ahora pagan $7.000. Esos $2.000 extra tienen que salir de algún lado, aunque el IPC no diga mucho sobre las tarifas.


6. La desconfianza también juega un rol

Aunque la inflación sea baja, la gente puede sentir que todo está caro porque tiene miedo de que la cosa empeore. Entonces, muchos empiezan a gastar menos o a guardar lo que tienen por si acaso. Eso también afecta cómo percibimos el valor del dinero.

Ejemplo: Capaz antes salías a comer con tus amigos sin pensarlo, pero ahora dudás porque sentís que la plata no te va a alcanzar para fin de mes. Aunque técnicamente las salidas no hayan subido tanto, igual ajustás porque no estás seguro de lo que puede pasar.


7. El promedio no refleja la realidad de todos

El IPC mide lo que gasta un «hogar promedio», pero en la vida real, cada familia es diferente. Por ejemplo, en el interior del país, los alimentos suelen ser más caros que en Buenos Aires, y eso no siempre se refleja en los números nacionales.

Ejemplo: Si vivís en una provincia donde la carne subió un 20%, vas a sentirlo mucho más que alguien de Buenos Aires, donde subió un 10%. El IPC puede ser bajo, pero tu realidad es distinta.


Conclusión

Aunque el índice de inflación sea bajo, el dinero puede rendir cada vez menos porque los productos más necesarios para tu casa suelen subir más rápido que otros. Además, los ingresos no siempre se ajustan al mismo ritmo, y hay costos como las tarifas o los intereses que afectan el bolsillo sin reflejarse tanto en los números oficiales. Por eso, aunque el promedio diga una cosa, la realidad de cada familia puede ser muy distinta.

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