Hay continuismo porque en el Partido Político gobernante, no hay renovación democrática de sus dirigentes desde la base de quienes comparten la idea del Peronismo. El Partido Justicialista se ha encerrado en sí mismo, sin participación amplia, pública, transparente y no sólo de sus afiliados, sino de la población peronista y de la población en general. Una ciudadanía y militancia que ha soportado estoicamente hasta ahora la digitación de candidatos y funcionarios para un Proyecto Político agotado, que no ofrece ningún sueño, ninguna esperanza, ningún entusiasmo de protagonismo político y social efectivo. Porque no hay un Proyecto hecho con la gente, que se traduzca en atención de las necesidades básicas y elementales de todas las familias que merecen vivir dignamente, con trabajo y estabilidad económica, y que no depende sólo de Nación, porque la Provincia también es responsable del control precios y tarifas, y de generar fuentes laborales genuinas como hacen otras provincias.
El militante nace como las flores, al sol y a la lluvia. En cualquier lugar, jardín de la casa, páramo o piedra. Espíritu siempre joven, de libertad y justicia del Pueblo que no se doblega y sigue. Duro, cortante y luminoso como el diamante. No se entrega, no transige; levantado todas las veces que cae, se dobla como la caña sin romperse, hierba perenne que crece, aún pisoteada. Auténtico abanderado de todas las luchas, merecedor sin banderas, sin reconocimiento, anónimo caminante que canta, grita, acompaña y sostiene. Recibidor de ingratitudes y traiciones, idealista al fin, por un sueño.
Utopía, no es lo irrealizable. Tampoco un objetivo en el lejano horizonte, ni siquiera un sueño. Es un Proyecto construido por una Comunidad dispuesta a conseguirlo. Utopía fue la propuesta –no menos real- de Platón, con la República; la Ciudad de Dios, de San Agustín; la Sociedad Justa, de Tomás Moro. ¿Por qué no pensar una ciudad con un gobierno distinto? ¿En el sentido de que sean los mismos vecinos quienes elijan por democracia directa en cada barrio –con participación absolutamente de todos- a sus propios gobernantes y luego de entre ellos a los responsables del gobierno municipal? Luego, institucionalizar esa elección con un organismo político similar pero distinto al de los Partidos Políticos tradicionales, para respetar el sistema representativo exigido por la Carta Orgánica Municipal, que luego hay que reformar. Un organismo político que se disuelva una vez elegidos los gobernantes.
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