“Una palabra humilla o enaltece, consuela o seduce. Nada dice o dice todo. Pero si nombra algo, da un significado, creándolo todo”.
Así como gestos y palabras conducen a buenas acciones, también hay gestos y palabras que producen lo contrario. Las palabras sinceras, dan consuelo y esperanza; las violentas, terminan en acciones de muerte. Y el egoísmo, el engaño y la mentira, generan injusticias.
Los oficialismos enfrentan en casi todo el país una situación inédita. Siempre fue visto como una ventaja estar en la cima del poder al momento de enfrentar un proceso electoral. Paradójicamente, los gobiernos en sus distintos ámbitos, son catalogados como culpables de situaciones que a veces suenan como justificativos recurrentes, pero que modificaron la sociedades de manera que aún hoy no terminamos de dimensionar: la pandemia y el conflicto bélico en Ucrania.
El jueves pasado, el Tribunal Oral Federal nº 2 publicó los fundamentos de la condena a CFK por la causa Vialidad. Como escribió Paz Rodríguez Niell en La Nación: “Si bien en la causa no hay una prueba que acredite por sí sola que la vicepresidenta ordenó las maniobras de estafa al Estado, los jueces afirmaron que su responsabilidad surge con ¨evidencia¨ del análisis de la ¨película completa¨ de los hechos analizados en este caso.”
Hay personas que viven sin preguntarse nada por la vida y, sin embargo, viven responsablemente. Otras, tal vez las más soberbias, o escasos de humildad y algo llenos de vanidad, nos preguntamos por el sentido de la existencia. No sé si para la mayoría, esos interrogantes pasan como momentos sin mucha importancia, resignándose a una vida sin sentido o aún, dándole un sentido materialista o indiferente.
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