Argentina

En la economía de Milei, los dólares no vienen: se van

La promesa central del gobierno de Javier Milei de atraer inversión extranjera directa (IED) como vía para resolver la histórica restricción externa de la Argentina no solo no se ha cumplido, sino que la tendencia se ha invertido. Según datos oficiales, entre diciembre de 2024 y abril de 2025, no ingresaron dólares por IED; al contrario, hubo una salida neta de aproximadamente 3000 millones de dólares, concentrada especialmente en el sector de petróleo y gas, uno de los más beneficiados por el gobierno.

El Régimen de Incentivo para Grandes Inversiones (RIGI), promocionado como la llave para una lluvia de dólares, no logró generar el boom de inversiones prometido. Hasta el momento, solo se aprobaron cuatro proyectos, dos de ellos con participación de YPF, y el flujo de dólares se prevé a lo largo de varios años, no en el corto plazo, cuando la economía los necesita con urgencia.

El informe del Banco Central reveló que la cuenta financiera del sector privado no financiero tuvo un déficit de 2208 millones de dólares en abril. En paralelo, el déficit de cuenta corriente ya acumula once meses consecutivos en rojo, una señal crítica de que la economía está gastando más dólares de los que genera.

Frente a esta situación, el gobierno acude al endeudamiento externo —con el FMI, el Banco Mundial y el BID— y a emisiones de deuda con tasas altísimas, en un esquema que se parece más a una bicicleta financiera que a un programa de desarrollo sustentable.

La dupla Caputo-Bausili, al frente del Ministerio de Economía y el Banco Central, no encabeza un programa económico genuino, sino uno de especulación financiera con destrucción del aparato productivo, dependiente del oxígeno de financiamiento externo. Ni siquiera los mercados parecen convencidos: hay elogios discursivos, pero los dólares no llegan.

Paradójicamente, mientras el staff técnico del FMI sigue avalando el plan económico de Milei, investigadores del mismo organismo advierten sobre el peligro de déficits persistentes en la cuenta corriente, especialmente en contextos de atraso cambiario, reservas escasas, crédito excesivo y deterioro del comercio exterior: todas características del actual modelo argentino.

El atraso cambiario, promovido para contener la inflación, ha derivado en un boom de importaciones y turismo emisivo, cuyos egresos ya superan incluso los pagos por intereses de deuda. A eso se suma la baja en los aranceles de importación, lo que dinamiza las compras externas pero sin una contrapartida exportadora.

La economía argentina bajo Milei no muestra señales de sustentabilidad externa. La IED no llega, el déficit de cuenta corriente se profundiza, el RIGI es una promesa sin impacto inmediato, y el endeudamiento externo se acelera. El riesgo de una crisis cambiaria no es solo teórico: los propios técnicos del FMI describen las condiciones actuales como propicias para una “reversión abrupta”.


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