“No podía más”: el agotamiento silencioso de una madre terminó en tragedia en Castelar

Castelar, Morón – La localidad bonaerense de Castelar quedó sumida en la conmoción tras una tragedia familiar de enorme impacto emocional. Micaela Andrea Lator, de 47 años, asesinó de un disparo en la cabeza a su hijo Esteban Nicolás Cuello, de apenas seis años y diagnosticado con autismo, y luego se suicidó con un tiro en el pecho. Fue el padre, Fernando Cuello, quien encontró la escena al regresar del trabajo y dio aviso inmediato a la policía.
La vivienda, ubicada en la calle Pehuajó 2317, se convirtió en el centro de un operativo forense para esclarecer lo ocurrido. “Cuando abrí la puerta y vi esa imagen, no podía creerlo. Nunca imaginé algo así”, relató un vecino con la voz quebrada al ver llegar a la Policía Científica y las ambulancias.
Un peso que no se compartía
Según fuentes judiciales de la UFI N.º 1 de Morón, la mujer atravesaba un profundo cuadro depresivo agravado por el desgaste físico y emocional de cuidar a su hijo, que requería atención constante, rutinas estructuradas y múltiples terapias. “Estaba muy cansada, no lograba sobrellevar la situación”, reveló un allegado a la familia.
El entorno familiar señaló también que existían antecedentes de suicidio en la familia materna: la madre de Lator y dos de sus primos se habían quitado la vida en los últimos años. A pesar de estos antecedentes, nadie pudo prever que la madre planeaba una decisión tan drástica.
“Ella no encontraba consuelo. Sentía que no podía más”, confesó un familiar cercano, en medio del desconcierto.
Armas en el hogar y pericias en curso
En el lugar del hecho, la policía secuestró un revólver calibre .22 —utilizado en los disparos— y otra arma calibre .38 que se encontraba guardada en un placard. Se realizaron dermotests, pericias balísticas y análisis de celulares para determinar si hubo alguna planificación previa. El análisis de redes sociales, llamadas recientes y testimonios de allegados buscan reconstruir los últimos momentos de la madre.
“Queremos saber si esto fue premeditado o un impulso extremo producto de un colapso emocional”, explicó una fuente policial.
Un vecindario sin respuestas
Los vecinos describieron a la familia como “cariñosa y dedicada”, sin señales visibles de conflicto. “Era una familia normal. Ella siempre con el nene, de acá para allá. Jamás imaginamos algo así”, comentó una vecina de la cuadra, aún en shock.
Los cuerpos fueron trasladados a la Morgue Judicial de Quilmes, donde se realizarán las autopsias correspondientes para confirmar la mecánica del hecho.
Falta de apoyo y debate urgente
La causa fue caratulada como “Homicidio seguido de suicidio”. La Justicia avanza en la investigación y prevé citar a los profesionales que atendían tanto a Micaela como a su hijo, para conocer más sobre su estado emocional y el nivel de acompañamiento terapéutico que recibían.
Lo ocurrido reabre un debate sensible pero necesario: la falta de contención real para familias que crían a niños con discapacidad. En muchos casos, el sistema de salud y asistencia social es insuficiente, y las madres —muchas veces cuidadoras únicas— terminan invisibilizadas en su agotamiento físico, mental y emocional.
Organizaciones civiles ya preparan un pedido para reforzar los recursos de salud mental en la zona oeste del conurbano bonaerense.
Mientras tanto, Fernando Cuello enfrenta el dolor indescriptible de haber perdido, en cuestión de minutos, a su hijo y a su compañera de vida. La comunidad, consternada, se pregunta cómo prevenir que el silencio, el cansancio y la soledad deriven en tragedias tan desgarradoras.