La crisis en Medio Oriente y el ocaso del orden internacional

Es muy difícil escribir algo sobre un hecho en el que minuto a minuto las novedades se suceden de manera vertiginosa. Pero creo centrarme en la reciente escalada de violencia Oriente Medio y en como se ha puesto en evidencia la decadencia del sistema internacional. La ONU y los organismos multilaterales parecen espectadores sin peso, incapaces de frenar masacres ni imponer los principios básicos del derecho internacional. Su inoperancia nos obliga a pensar nuevas formas de gobernanza global, con instituciones más representativas y eficaces.
Podemos destacar que ya en estos tiempos Estados Unidos e Israel actúan como un bloque indivisible, donde el interés militar y geopolítico se impone sobre cualquier valor humanitario. A la vez, potencias como China y Rusia juegan en otro plano: no son menos imperialistas, pero avanzan con cálculo frío, sin movimientos temerarios. En este escenario, la voz del Sur Global queda silenciada.
La ultraderecha en tanto se va mostrando ya sin tapujos: El expresidente Donald Trump tomó decisiones militares unilaterales, como el reciente ataque a Irán, sin consultar al Congreso ni contar con respaldo pleno de su partido. Aún sectores del movimiento MAGA expresaron reservas. En paralelo, el presidente argentino Javier Milei se alinea con estas acciones sin medir consecuencias ni tener mandato democrático para ello, mientras un sector mediático lo aplaude sin cuestionamientos.
Otra cuestión que ya nadie puede negar es la masacre en Gaza, lo que deja una imagen brutal ante el mundo. También debemos llamar las cosas por su nombre: El sionismo político, entendido como proyecto colonial y expansionista, carga con responsabilidad directa sobre esta tragedia. Es necesario señalarlo sin caer en antisemitismos: no se habla del pueblo judío, diverso y plural, sino de una ideología de dominación.
Este conflicto, lejos de ser lejano, redefine el mapa de poder mundial y exige una reflexión profunda sobre el papel de nuestras sociedades en ese tablero. Callar es también tomar partido.