Opinión

La herramienta odiosa

Después de escuchar que con o sin la política las decisiones se van a seguir llevando a cabo, es muy probable que la política se torne odiosa; claro, lo que debería ser una herramienta para el bien de todos termina favoreciendo a pocos y a costa de cualquier precio.

Francamente, una marcha tan masiva y espontánea nos deja un viso de esperanza; pero de los que fueron a vender humo, ¿Cuántos bajaron a dar quórum para reacomodar el presupuesto? ; tras las socarronerías y la redoblada desafiante faltaba que con tanta sutileza y cara de piedra nos dijeran que por las buenas o por las malas van a seguir adelante.

No sé si se alcanza a leer bien, pero -en todo caso- remitámonos a los hechos que son más elocuentes que cualquier discurso: asumamos que la política como instrumento quedó en los anales de la militancia, porque una vez alcanzados los objetivos de ocupar un cargo público casi todo se olvida y es muy difícil sostener ‘principios’, ‘convicciones’, una ideología; de manera que ya no hay que asustarse cuando -contra lo inesperado- votan en contra de sí mismos y de ello no hay mayor muestra que el último voto popular que en su enorme mayoría no tenía ningún tipo de aspiración personal.

Es una cosa de locos, porque esta manga de desfachatados no tienen prurito ni códigos y, además, sí la sartén por el mango; nosotros, desde este lugar de lucha y resistencia, por supuesto que debemos ser cultores de un idealismo que alguna vez existió y, luego, se perdió. Sin embargo parece fácil cruzarse de vereda cuando un nuevo status económico y social hace que en nombre de todos sólo se beneficien pocos o uno; entonces la política deja de ser esa herramienta amable y se vuelve un negocio personal, odiosa. Por otra parte, esa bonanza es efímera y temporal pues ya no corren las épocas donde llegar era asegurarse la perpetuidad y el bienestar de las generaciones venideras.

Claro que hay que luchar pero, por favor, volvamos a abrir los ojos: son soberbios, despectivos, tergiversadores por naturaleza y déspotas; ya tienen a punto nieve en el Congreso (y ojalá me equivoqué de acá a la China) el peor daño que se le puede ocasionar a una nación; y aclaro: tampoco les va a ser tan fácil porque, gracias a las recientes políticas públicas de verdad que dejaron más luces que sombras, tendrán que llevarse por delante los premios nóveles de las universidades populares, los satélites puestos en órbita, las investigaciones científicas y la cultura: los libros, la música, los músicos, a los artistas todos ¡no los van a silenciar!…

Tenemos bastiones, tenemos de qué tomarnos para seguir el derrotero. Mas, ¡no durmamos tanto la siesta!

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