Un Pueblo sufriente entre canallas y cobardes
“Podrán cortar todas las flores, pero no podrán detener a la Primavera” Pablo Neruda.
Los máximos representantes del Gobierno Nacional, los Diputados y Senadores, con mandatos populares de la ciudadanía argentina en función del respeto a los derechos y a la Justicia Social para el progreso y Bienestar General, no sólo han desechado su propio rol de decisión y de efectivo Poder Parlamentario de sancionar, exigir y garantizar la efectiva concreción de leyes justas, como corresponde a la independencia de cada uno de los tres Poderes del Estado, sino que se han sujetado, cobardemente, a la autocracia canalla y autoritaria del Poder Ejecutivo con la complicidad del Poder Judicial, consintiendo con el saqueo, el autoritarismo y la paranoia de un grupo de conjurados que ha engañado con promesas electorales las esperanzas de los argentinos, incumpliendo los mandatos populares.
Este Poder que hace las Leyes, y que obsecuentemente se ha sometido de modo vergonzoso a los caprichos de los que violan la Constitución Nacional, desguazando al Estado y entregando la Soberanía de nuestros recursos naturales al Extranjero, ha traicionado a la Patria, apoyando leyes y decretos espurios que van en contra de esta Constitucional Nacional y el Derecho que de ella deviene, afectando las libertades y garantías individuales de todos los ciudadanos, en favor de grandes y codiciosos grupos económicos locales y extranjeros, en grave y delictivo perjuicio.
En un gobierno de cuyo Congreso el Pueblo espera se precie de representarlo honesta y lealmente, el debate y sanción de las leyes no pueden estar sometidos al juego partidocrático y oportunista de los intereses sectoriales de corporaciones, de uno de los Poderes del Estado, de la conveniencia de los Partidos Políticos, de los cargos gubernamentales, y de la influencia extranjera.
Estas acciones demuestran la obsolescencia e inoperancia por demás anacrónica de un Sistema Representativo inútil, que ya no tiene Poder real porque se ha deslegitimado a sí mismo; que ya no sirve ni garantiza los derechos y obligaciones de los argentinos; un sistema partidocrático liberal burgués, para nada federal ni mucho menos republicano y popular, que sigue dando lugar al acceso e injerencia de las minorías de gran poder económico que siguen decidiendo la Política Argentina, impidiendo la Justicia Social, el progreso, el bienestar y la seguridad de los ciudadanos.
“Si no hay Justicia para el Pueblo, que no haya paz para el Gobierno” Emiliano Zapata
Este Congreso es la consecuencia de la institucionalización del pseudolegalismo partidocrático y electoralista, donde las burocracias políticas deciden, digitan e imponen candidatos a la población agravado ahora con el sistema de boleta única, donde entran por la ventana autorreferenciados, parientes, amigos, hijos de amigos y apadrinados ligados a la burocracia de los partidos políticos, gente desconocida y la mayoría sin militancia reconocida por el aval de la gente.
Esta institucionalidad partidocrática y electoralista a nivelado en la mediocridad a la Política y al acceso a los estamentos de Gobierno. Ha logrado sustituir el debate de las ideas y del pensamiento político por el oportunismo electoralista. En dicho agujero negro, también han caído los movimientos otrora populares y progresistas, aún los más radicalizados de la política, abandonando la movilización popular y la coherencia de sus ideales políticos e ideológicos.
Esto se manifiesta más claramente en aquellos partidos y agrupaciones transgresoras constituidas en grupos de presión, que a diferencia de los partidos políticos de trayectoria y masividad popular -hoy fragmentados en mil pedazos al haber renunciado a sus ideales por intereses sectoriales-, sin embargo se someten sin discusión a los tiempos y procedimientos que establece la “comunidad” partidocrática, generando gran división interna y fragmentación a la hora de presentar candidatos para hacer frente a la opción electoral. Parece que han olvidado -o en realidad no creen- que el cambio, no viene por lo electoral, sino por la organización y protagonismo popular.
En estas horas políticas obscuras, ominosas, hay un Pueblo que sufre indefenso y desamparado, soportando estoicamente el terrible peso del ajuste a sus jubilados y pensionados, el desempleo y despido arbitrario de trabajadores estatales y privados, una encubierta devaluación progresiva que desvaloriza al Peso -develada en la contradicción de una mentirosa baja inflación y la suba permanente de los precios-, la parálisis de la obra pública y la destrucción del Estado en beneficio de los Grupos Económicos Concentrados. Entonces… ¿Adónde está la vigencia de la Constitución Nacional y el Derecho, si en la argentina se está gobernando con Decretos y leyes inconstitucionales aprobadas por un Congreso cobarde y no menos canallesco que el Poder Ejecutivo que los extorsiona, amenaza y compra con cargos, y un Poder Judicial que consiente dichas tropelías amparado en la creencia de su impunidad? ¿Y todo a plena luz, pública y descarnadamente?
“Todas las dictaduras, autocracias y gobiernos plutócratas se creyeron impunes. No lo fueron. El dinero, la política, el Poder van y vienen. Valen y dejan de valer”
La población asiste desconcertada a la inacción de los que deben representarla y defenderla. Estos diputados y senadores, del color político y partido que sean, viven en un mundo de legalismo caduco y obsoleto, totalmente enmarañados y perdidos en su adicción a los vericuetos de los juegos de Poder e intereses, mirando la realidad en su propio espejo. Y por otro lado, debido a sus malos ejemplos y consecuencias, la militancia rehúye a cualquier organicidad que no demuestre con hechos una visión de compromiso colectivo y patriótico de unidad por encima de cualquier diversidad de objetivos y propósitos.
En tanto, hay un Pueblo sufriente, abandonado por sus gobernantes, que en su desidia no ejercen la responsabilidad de sus deberes como servicio, ni demuestran sensibilidad para ver y solucionar la injusticia y el dolor. Muchos jóvenes -lamentablemente- y también trabajadores, olvidan sus orígenes y la solidaridad de clase que históricamente logró conquistas sociales a sangre y a fuego contra los mismos que hoy nos gobiernan, apoyando y promoviendo medidas contra su propio pueblo. En realidad, se apredrean a ellos mismos, a su verdadero futuro. ¿Habrá Justicia y compasión?
“No podemos sentarnos a la mesa con los enemigos del Pueblo y respetarlos. El que lo hace, se vuelve enemigo. Disuadirlos, es otra cosa”.